Llamar a Fiji “un conjunto de islas tropicales” sería quedarse en la superficie. Este país del Pacífico Sur es un lugar donde uno recupera el aliento… y lo pierde de nuevo ante tanta belleza.
Aquí, los días no se cuentan por horas, sino por experiencias. Hemos descansado en playas de arena blanca, sí, pero también hemos buceado en los arrecifes de Beqa Island, donde el mundo submarino parece inventado por un artista. Hemos caminado por la selva intacta de Taveuni, con sus cascadas escondidas y su vegetación que respira humedad y misterio. Y en Vanua Levu, hemos aprendido a pescar con arpón, a cocinar con fuego lento y a conversar con quienes hacen de la hospitalidad una forma de vida.
Cada isla tiene su propia voz. Y juntas componen una sinfonía de contrastes que funciona con una armonía casi mágica.