Un Archipiélago de Sueños Perdidos
7,000 islas desplegadas en los confines del Pacífico, donde el tiempo se desliza con la suavidad de la miel. Un lugar remoto, donde la naturaleza es la protagonista absoluta. Islas desiertas donde crecen los cacaotales, donde los volcanes se elevan con imponencia, donde las terrazas de arroz reflejan siglos de tradición y las antiguas iglesias españolas recuerdan la historia de un país marcado por la mezcla de culturas.
Es la tierra de las Colinas de Chocolate de Bohol, cuyo aroma impregna el aire en ciertos momentos del año. Es el viaje en un ferry desgastado por el tiempo que te lleva hacia las aguas cristalinas de Pamalican, donde la belleza del entorno parece una pintura en movimiento. Es el jade intenso de las palmeras inclinándose hacia el mar, la naturaleza dominando cada rincón, sin prisa ni interrupción.
En Panglao, un escondite se alza sobre los acantilados de piedra caliza, un refugio donde la vida silvestre prospera mientras el cielo se tiñe con tonos de rosa y oro al atardecer. Filipinas es el destino para quienes buscan escapar, para sumergirse en sus aguas, para relajarse y simplemente explorar sin límites.
Navegar por el río Loboc en un yate privado, mientras los sabores de la gastronomía filipina despiertan el paladar, es una experiencia que se graba en la memoria. Adentrarse en los bosques en busca de los tarsiers, esos pequeños primates de ojos desmesurados y mirada curiosa, es encontrarse con lo inesperado.
La paz espera en Palawan, donde los corales enmarcan la costa y la aventura toma forma en El Nido, un laberinto de cavernas y ensenadas perfectas para recorrer en kayak. En cada rincón, Filipinas guarda su propia promesa de felicidad, una que se descubre, se vive y se mantiene en la memoria.
